El acuerdo histórico sobre el mar Caspio que puede cambiar toda la región

Tras más de dos décadas de negociaciones, los cinco estados ribereños han logrado un consenso de mínimos que abre la puerta al comercio y la cooperación… y a la dominación militar de Rusia

Se han necesitado décadas para que ocurriese. “Es un evento extraordinario, que abre una nueva época”, dijo este fin de semana el presidente ruso Vladímir Putin al referirse a la Cumbre del mar Caspio que ha tenido lugar este fin de semana en la ciudad kazaja de Astau. Los líderes de los cinco países del Caspio -Azerbaiyán, Rusia, Kazajistán, Turkmenistán e Irán- han firmado un acuerdo que promete cambiar el futuro de la región, que abre la puerta a una nueva esfera de cooperación entre unos vecinos cuyas relaciones venían siendo más bien tensas.

“Podemos admitir que el consenso sobre el estatus del mar ha sido difícil de alcanzar y no ha sido inmediato, las conversaciones han durado más de veinte años y requerido un montón de esfuerzos conjuntos de todas las partes”, dijo el presidente de Kazajistán, Nursultan Nazarbayev, anfitrión del encuentro en la ciudad kazaja de Aktau. Uno de los principales puntos de disputa era el debate sobre si el Caspio es un mar o un lago, algo que tiene diferentes implicaciones ante la legislación internacional en cada caso. Desde ahora, el Caspio será oficialmente un mar para todos los países ribereños, pero el tratado le otorga “un estatus legal especial”, según ha informado el viceministro de Exteriores ruso, Grifory Karasin.

Lo cierto es que las cuestiones más espinosas han sido deliberadamente aplazadas en el acuerdo, como la decisión sobre cómo se dividirá el subsuelo, uno de los más ricos en hidrocarburos del planeta: al menos 20.000 millones de barriles de crudo y unos 6,8 billones de centímetros cúbicos de gas, según la Administración de Información de Energía de EEUU. También queda por ver cómo se gestionarán los descubrimientos de futuros yacimientos.

“La metodología para establecer líneas base estatales será determinada en un acuerdo separado entre las partes, según esta convención sobre el estatus legal del mar Caspio. Esta es una frase clave, especialmente importante para nuestros socios iraníes”, señaló el ministro de Exteriores kazajo. Irán es, de hecho, el país que aparentemente más ha cedido para la firma del acuerdo, que establece 15 millas de aguas territoriales más otras diez millas náuticas de pesca, a partir de las cuales las aguas serán comunes. Aunque los otros cuatro países apoyan la división territorial en líneas equidistantes desde la costa, Irán, el país con la menor superficie costera, insiste en que esto deberá decidirse más adelante.

Discrepancias de larga duración

El problema del mar Caspio emergió tras el colapso de la Unión Soviética en la década de los 90: hasta entonces, la URSS y Persia habían manejado las disputas mediante dos tratados firmados en 1921 y 1940. Sin embargo, el surgimiento de tres nuevos estados ribereñoscon sus propios intereses generó nuevas fricciones difíciles de acomodar.

Ahora, los líderes de los países implicados esperan que el acuerdo abra la puerta a un impulso al comercio regional por vía marítima, así como a la cooperación en transporte e infraestructuras, que puede ayudar a conectar Asia Central con Europa y Oriente Medio. Pero la guinda del pastel sería la construcción del gasoducto Transcaspiano, que permitiría que las ingentes reservas de gas de Turkmenistán lleguen a Azerbaiyán y, de allí, a los mercados europeos vía Turquía. Aunque algunos expertos creen que el proyecto es inviable, debido a que no existe por ahora una gran demanda de gas turkmeno, otros creen que los poco más de 300 kilómetros que se necesitan para conectar ambas costas del Caspio hacen que sea una iniciativa relativamente barata para la industria de los hidrocarburos, de entre 1.500 y 2.000 millones de dólares, algo perfectamente asumible si existe voluntad política para ello.

El incentivo, de hecho, podría ser reducir la dependencia energética europea de Rusia. Por este motivo, Moscú se ha opuesto tradicionalmente al proyecto, que supondría un competidor de cierta entidad para la firma rusa Gazprom. No obstante, otras consideraciones han pesado aún más en el Kremlin a la hora de promover el acuerdo de este fin de semana. Entre ellas destaca la necesidad de mantener un papel dominante en el comercio regional, que de otro modo, ante el empuje de la iniciativa china One Belt One Road para impulsar las rutas del transporte, habría acabado desviándose hacia el sur, a través de Irán.

Pero además, el acuerdo contiene una cláusula que estipula que desde ahora, ningún otro país podrá establecer bases o desplegar tropas en las orillas del mar Caspio. Los cinco países deberán coordinarse entre ellos para decidir cómo proceder en cuestiones transnacionales, como el narcotráfico o el terrorismo. Ningún otro país podrá utilizar estas aguas para propósitos militares, al tiempo que a la flota rusa del Caspio se le garantizará acceso a todo el mar, lo que asegura su dominación geopolítica en esta región. En el turbulento contexto actual, todo un golazo para una Rusia obsesionada con que la OTAN siga lo más alejada posible de sus fronteras.

Publicado originalmente en El Confidencial el 15/08/2018

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